Por primera vez, los científicos han detectado directamente descargas eléctricas, similares a mini-rayos, que ocurren dentro de la atmósfera marciana. El rover Perseverance de la NASA capturó tanto los sonidos como las interferencias eléctricas de estos eventos, generados por la colisión de partículas de polvo. Los hallazgos, publicados en Nature el 26 de noviembre, confirman teorías de décadas de antigüedad sobre la triboelectricidad en Marte, pero plantean nuevas preguntas sobre la habitabilidad del planeta y las futuras misiones humanas.
El crepitar del planeta rojo
Las sacudidas eléctricas son relativamente débiles, comparables a la descarga estática que se experimenta al tocar el pomo de una puerta en tiempo seco. Sin embargo, los investigadores advierten que podrían representar riesgos para los futuros astronautas y los delicados componentes electrónicos desplegados en la superficie. Según el científico planetario Baptiste Chide de la Universidad de Toulouse, estas descargas se manifiestan como “arcos eléctricos de escala centimétrica” acompañados de una “grieta” u onda de choque distintiva. Dada la escala de las tormentas de polvo marcianas (que abarcan miles de kilómetros), es probable que tales eventos ocurran con frecuencia.
¿Cómo funciona?
El fenómeno, llamado triboelectricidad, ocurre cuando partículas chocan e intercambian cargas eléctricas, similar a frotar dos globos entre sí. En la Tierra, esto ocurre en tormentas de arena y columnas de ceniza volcánica, acumulando suficiente electricidad estática como para provocar chispas visibles. Las simulaciones y pruebas de laboratorio han predicho durante mucho tiempo este proceso en Marte, pero hasta ahora faltaba la observación directa.
De los clics del Dust Devil a la confirmación eléctrica
El avance se produjo al volver a analizar grabaciones de audio previamente atribuidas a impactos de remolinos de polvo. Chide se dio cuenta de que los sonidos agudos de “clic” capturados por el micrófono de Perseverance podrían ser descargas eléctricas. Al comparar las interferencias registradas con las simulaciones, el equipo confirmó una coincidencia perfecta. Durante 28 horas de grabaciones, identificaron 55 descargas de este tipo a dos metros del rover, la mayoría ocurriendo durante períodos de viento y encuentros con remolinos de polvo.
Implicaciones para la exploración futura
La energía liberada por estas descargas (hasta 40 milijulios en los casos más grandes) es comparable a la de un matamoscas eléctrico. Si bien no es inmediatamente peligroso para los humanos, la exposición prolongada podría degradar los materiales de los trajes espaciales y alterar los componentes electrónicos sensibles. Quizás lo más significativo es que las descargas podrían obstruir la búsqueda de vida marciana. Los arcos eléctricos pueden crear oxidantes como el peróxido de hidrógeno, que destruyen las moléculas orgánicas. Esto significa que cualquier evidencia preexistente de vida en la superficie podría haber sido borrada por estos eventos atmosféricos.
“Este descubrimiento exige una próxima generación de instrumentos dedicados a medir campos eléctricos en la superficie de Marte”, afirma Chide, subrayando la necesidad de seguir investigando este fenómeno omnipresente.
Las muestras actuales de roca y suelo recolectadas por Perseverance están protegidas por tubos aislados, pero incluso estas pueden haber estado expuestas a descargas eléctricas menores antes de su recolección. Este hallazgo resalta la importancia de comprender las propiedades eléctricas del entorno marciano antes de lanzar misiones más ambiciosas.




































