Los caballitos de mar son famosos por su inusual estrategia reproductiva: los machos llevan los huevos fertilizados y dan a luz crías vivas. Si bien este “embarazo masculino” parece fantástico, es un fenómeno real impulsado por fascinantes adaptaciones biológicas. Un estudio reciente realizado por un equipo de investigación alemán-chino arroja luz sobre los mecanismos genéticos y celulares detrás de este notable giro en el modelo de la naturaleza.

El estudio, publicado en Nature Ecology & Evolution, se centra en la bolsa de cría, un órgano especializado que se encuentra exclusivamente en los caballitos de mar machos. Esta bolsa actúa como útero y placenta, nutriendo a los embriones en desarrollo hasta que estén listos para nacer. Pero a diferencia de las placentas de los mamíferos impulsadas por hormonas femeninas, la bolsa de cría de los caballitos de mar funciona de manera diferente.

Los investigadores compararon los procesos celulares en las bolsas de cría de los caballitos de mar con los de las placentas de los mamíferos. Sus hallazgos revelan que las hormonas masculinas, específicamente los andrógenos, desempeñan un papel crucial en el desarrollo de la bolsa de cría y la nutrición del embrión en su interior. Esto desafía la comprensión tradicional de que las hormonas femeninas dominan el desarrollo del embarazo en otras especies vivíparas.

El sistema inmunológico también desempeña un papel único en el “preñez” de los caballitos de mar. Normalmente, un gen llamado foxp3 es esencial para suprimir la respuesta inmune de la madre (o en este caso, del padre) para prevenir el rechazo de embriones en desarrollo. Curiosamente, ¡los caballitos de mar carecen por completo de este gen! En cambio, parecen depender de andrógenos que tienen propiedades inmunosupresoras, lo que les permite evitar el rechazo de embriones a pesar de la ausencia de foxp3.

Esta investigación no sólo ilumina la inusual biología reproductiva de los caballitos de mar sino que también ofrece fascinantes conocimientos evolutivos. Los caballitos de mar probablemente evolucionaron a partir de ancestros que ponían huevos, y gradualmente desarrollaron “huevos pegajosos” que se adherían al cuerpo de los machos. Con el tiempo, estos apegos se transformaron en bolsas de cría, lo que finalmente permitió el nacimiento vivo y proporcionó un ambiente acogedor en su interior.

El estudio subraya cómo diferentes vías genéticas y hormonales pueden conducir a resultados evolutivos similares. Si bien el embarazo evolucionó de forma independiente en las hembras de los mamíferos y en los machos de los caballitos de mar, los mecanismos subyacentes revelan distintas adaptaciones moldeadas por millones de años de selección natural.