Estados Unidos no enviará funcionarios gubernamentales de alto nivel a la cumbre climática de las Naciones Unidas de este año, lo que marcará la primera vez en tres décadas que la nación estará notablemente ausente de estas cruciales discusiones internacionales. La cumbre, que comienza el jueves en Belém, Brasil, reúne a naciones para abordar el calentamiento global. Si bien algunos ven esto como un detrimento de la cooperación global, otros creen que incluso puede facilitar el progreso sin interferencia de las políticas climáticas de la administración Trump.
La postura de la administración y sus implicaciones
La decisión refleja un patrón constante de hostilidad de la administración Trump hacia la acción climática. El senador Brian Schatz (D-Hawái) sugirió que, en lugar de participar en debates en los que Estados Unidos podría obstruir el progreso, es preferible permanecer ausente. La administración ha desalentado activamente los esfuerzos climáticos, asociándose con naciones productoras de petróleo para bloquear acuerdos internacionales sobre plásticos y emisiones de transporte marítimo, e incluso presionando a Europa para que abandone sus leyes climáticas.
El presidente Trump ha cuestionado abiertamente la validez de la ciencia climática, afirmando que los países que priorizan la energía limpia fracasarán. Esta postura ha generado preocupación entre los líderes internacionales, incluido Laurence Tubiana, director de la Fundación Europea del Clima, quien ha descrito la oposición de la administración como “agresivamente anticlimática”.
El potencial para negociaciones más fluidas
Algunos analistas sugieren que la ausencia de Estados Unidos podría permitir negociaciones más sencillas entre las naciones restantes. Si bien Estados Unidos ha desempeñado históricamente un papel fundamental en el diseño de acuerdos climáticos, la posibilidad de que la administración Trump descarrile incluso el progreso gradual ha llevado a algunos a acoger con agrado la ruptura. La cumbre de este año se centrará en que los países presenten planes más ambiciosos para reducir el dióxido de carbono, el metano y otros gases de efecto invernadero. Tubiana enfatizó que el mundo debe “actuar con o sin Estados Unidos”.
Compromiso empresarial y no gubernamental
A pesar de la retirada del gobierno federal, un contingente de líderes estadounidenses (en su mayoría funcionarios estatales y locales demócratas, líderes empresariales y representantes de organizaciones como el Caucus de Energía Sostenible y Medio Ambiente) asistirá a la cumbre. El gobernador Gavin Newsom de California, frecuente opositor de Trump, anunció su presencia y prometió centrarse en “crear empleos y reducir la contaminación tóxica”. También se espera que participen varias corporaciones importantes, incluidas GE Vernova, Bank of America y Bayer, lo que demuestra el compromiso sostenido de la comunidad empresarial para abordar el cambio climático.
Un contexto histórico
La ausencia de este año supone un cambio respecto de administraciones republicanas anteriores. Aunque Estados Unidos se retiró del Protocolo de Kioto en 2001, la administración de George W. Bush siguió participando en las conversaciones anuales sobre el clima. Incluso después de retirarse inicialmente del Acuerdo de París en 2017, la administración Trump continuó enviando funcionarios del Departamento de Estado a las cumbres climáticas de la ONU.
La persistente participación de Estados Unidos y una situación compleja
A pesar de la falta de representación oficial, Estados Unidos sigue siendo técnicamente parte del Acuerdo de París hasta enero de 2020 y es miembro del organismo de la ONU responsable de monitorear el progreso climático global. Sin embargo, muchos empleados experimentados involucrados en el proceso de la ONU han abandonado el Departamento de Estado, lo que podría disminuir la capacidad del país para navegar las complejas negociaciones internacionales.
La ausencia de Estados Unidos en la cumbre climática de este año pone de relieve un cambio significativo en el enfoque del país hacia la cooperación ambiental global. Si bien persisten las preocupaciones sobre el posible impacto en el progreso, la presencia de organizaciones no gubernamentales y empresas sugiere que los esfuerzos para abordar el cambio climático continuarán, con o sin los EE. UU.
