Durante siglos, la comida ha sido más que un sustento; es una herramienta de la diplomacia. Los menús, que a menudo se pasan por alto, sirven como instrumentos sutiles pero poderosos para dar forma a alianzas políticas, transmitir identidad nacional e incluso crear fricciones. Un nuevo estudio que analiza un siglo de comidas diplomáticas portuguesas revela cuán deliberadamente las elecciones culinarias reflejan e influyen en la política exterior.
La Placa Estratégica
Investigadores en Portugal examinaron 457 menús de cenas diplomáticas, banquetes estatales y recepciones que abarcaron desde 1910 hasta 2023. Los hallazgos demuestran que las comidas no se tratan solo de hospitalidad; son actos diplomáticos estructurados. Estos eventos cumplen cinco funciones clave:
- Comidas tácticas: Se utilizan durante transferencias de territorio o negociaciones.
- Comidas geopolíticas: Reforzar alianzas existentes.
- Comidas Económicas: Fomento de los vínculos comerciales y financieros.
- Comidas de Cooperación: Destacando intereses compartidos en ciencia, cultura o desarrollo.
- Comidas de Proximidad Cultural: Estrechar lazos a través de la gastronomía compartida (como el Cozido à Portuguesa o recetas de bacalao).
Del lujo francés al gastronacionalismo
A principios del siglo XX, las comidas diplomáticas portuguesas se basaban en gran medida en la cocina francesa, lo que reflejaba prestigio e influencia. Sin embargo, durante el período autoritario del Estado Novo (1933-1974) comenzó un cambio. Los menús presentaban cada vez más productos portugueses, lo que indica un aumento del gastronacionalismo : el uso deliberado de alimentos para promover la identidad nacional.
Un buen ejemplo es el almuerzo de 1957 para la reina Isabel II, diseñado para mostrar el territorio y la cultura portugueses. Platos como el bogavante de Peniche y las tartas de frutas de Alcobaça no eran sólo delicias; eran declaraciones de orgullo nacional.
Realidades económicas y cambios poscoloniales
En las décadas de 1960 y 1970 se observó una tendencia hacia ingredientes raros: sopa de tortuga para el príncipe Felipe, trucha de las Azores para los presidentes estadounidense y francés. Sin embargo, las crisis económicas a menudo obligaron a regresar a productos básicos portugueses más fácilmente disponibles.
La independencia de las antiguas colonias de Portugal también provocó cambios. Los menús comenzaron a eliminar el lenguaje colonial, simplemente enumerando “café” en lugar de especificar su origen. Esto reflejó un cambio más amplio en la identidad y un deseo de evitar reforzar las narrativas coloniales.
El poder de las elecciones simbólicas
Incluso las opciones de menú aparentemente inofensivas tienen peso. El estudio destaca un caso curioso: rosbif servido al presidente indio en 1990. ¿Por qué un plato tan fuertemente asociado al colonialismo británico? Los investigadores sugieren que podría haber sido un gesto deliberado de proximidad cultural o un intento sutil de ejercer influencia.
Otro ejemplo intrigante es el Consomé de presunto de Barrancos, una sopa de estilo francés hecha con jamón curado de Barrancos, servida al rey Felipe VI de España en 2016. España es famosa por su propio jamón curado. ¿Fue esto un desafío lúdico, una afirmación sutil de la identidad culinaria portuguesa?
Más allá del plato
Esta investigación subraya la importancia estratégica de integrar la gastronomía en la diplomacia nacional. Al mostrar estratégicamente su cocina, idioma y tradiciones, Portugal pretende dar forma a las percepciones globales de su cultura.
Sin embargo, el estudio reconoce limitaciones, incluidas lagunas en los registros de archivo. Las investigaciones futuras deberían explorar opciones de menú aparentemente contradictorias y las motivaciones subyacentes detrás de ellas.
En última instancia, este análisis revela que la comida no es sólo lo que comemos; es un lenguaje de poder, identidad y diplomacia. Cada plato servido en un banquete de Estado lleva un mensaje, ya sea intencional o no.

































