El hielo marino antártico alcanzó su pico anual el 17 de septiembre de 2025, pero permanece en niveles históricamente bajos. Los datos satelitales del Observatorio de la Tierra de la NASA confirman que la extensión máxima de 2025 es la tercera más baja en el registro satelital de 47 años. Esto representa un cambio significativo en el comportamiento del hielo antártico, que anteriormente había fluctuado alrededor de niveles promedio durante décadas.

Por qué es importante el hielo marino de la Antártida

El hielo marino de la Antártida desempeña un papel crucial en la regulación del clima global y sustenta un ecosistema único. A diferencia del Ártico, que es un océano rodeado de tierra, la Antártida es un continente rodeado de aguas abiertas. Esto permite un ciclo estacional más dinámico en el que el hielo se expande mucho en invierno y retrocede bruscamente en verano.

El hielo influye en el clima al reflejar la luz solar, regula las corrientes oceánicas mediante la congelación y el derretimiento, e impacta el clima del hemisferio sur. Especies como los pingüinos, las focas y el krill dependen de condiciones de hielo predecibles para sobrevivir.

El reciente declive

Durante años, el hielo marino de la Antártida no mostró una disminución clara a largo plazo, a diferencia del Ártico. Pero desde 2016, el hielo se ha reducido constantemente hasta alcanzar niveles sin precedentes. El máximo invernal de este año alcanzó 6,88 millones de millas cuadradas (17,81 millones de kilómetros cuadrados), casi 348.000 millas cuadradas (900.000 kilómetros cuadrados) por debajo del promedio entre 1981 y 2010.

Esta tendencia marca un alejamiento de décadas de extensión de hielo antártico relativamente estable. Los investigadores atribuyen esto a una compleja interacción de factores que incluyen las temperaturas de los océanos, la circulación atmosférica y la variabilidad climática natural.

Qué significa esto

La acelerada disminución del hielo marino de la Antártida plantea cuestiones críticas sobre la estabilidad del ecosistema del Océano Austral. Si bien las causas exactas siguen bajo investigación, el cambio subraya la sensibilidad de las regiones polares al cambio climático.

La Antártida no es inmune al calentamiento global y el monitoreo continuo es esencial para comprender las consecuencias a largo plazo de estos cambios.

Los datos subrayan que incluso en regiones que antes se consideraban estables, los efectos del calentamiento del planeta ahora son claramente visibles.